Existe una diferencia muy grande entre lo que se recomienda comer y lo que la gente come. Esto es especialmente cierto en relación a las frutas y las verduras. Debido a que son fuentes importantes de vitaminas y ayudan a prevenir el cáncer, las diferentes guías de alimentación incluyen a las frutas y verduras como elemento esencial de la dieta diaria. Sin embargo, es muy poca la gente que sigue esta recomendación o las consume en cantidades adecuadas.
La guía de alimentación más reciente recomienda comer cinco o más raciones diarias de una combinación de frutas y verduras, especialmente de frutas cítricas y verduras verdes y amarillas. Una ración de fruta es una manzana, un plátano o una naranja, tres cuartos de jugo de fruta o media taza de fruta picada, cocida o de lata. Una ración de verdura puede ser una taza de verdura de hoja verde, media taza de otras verduras o tres cuartos de taza de jugo de verdura.
Si se comen frutas y verduras de acuerdo a estas recomendaciones, se puede decir que se lleva una dieta nutricionalmente adecuada, que proporciona suficiente fibra y vitaminas A y C. Sin embargo, comer frutas y verduras en mayor cantidad aumenta la cantidad de calorías y puede aumentar la cantidad de grasa que se consume debido a la mantequilla o margarina que se le agrega a las papas y otras verduras, así como a los aceites de la salsas y aderezos de ensaladas.
Pero, pese a que comer frutas y verduras en cantidades mayores puede elevar la cantidad de calorías que se consumen, este aumento no está asociado a la obesidad. Pese a que las frutas y verduras son fuente importante de fibra en la dieta, este información aún no se ha extendido entre el público en general. La evidencia sobre el efecto preventivo contra el cáncer por comer frutas y verduras tampoco ha llegado a difundirse lo suficiente.
De hecho, encuestas que documentan lo que come la gente en los países industrializados han determinado que el 17 por ciento de la población no come ninguna verdura, y el 41 por ciento no come ninguna fruta o jugo de fruta. Además, sólo el 10 por ciento cumple con las guías de alimentación. Este contraste, entre lo que se recomienda y lo que se come, es alarmante.
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